El vehículo todoterreno rumano ARO, que una vez fue ganador del Rally de los Faraones, trató de sobrevivir en un mercado de rápido movimiento con un vehículo obsoleto.
Después de 1989, cuando los rumanos derrocaron al gobierno comunista, la empresa ARO intentó convertirla en un fabricante de automóviles independiente. Estaba especializado en vehículos todoterreno. Su chasis de escalera curvo y suspensión delantera independiente eran modernos cuando el automóvil se lanzó por primera vez a principios de los 70, pero quedaron obsoletos a principios de los 90. ARO instaló motores modernos en el vehículo y comenzó a venderlos en países extranjeros. El mayor fracaso fue el mercado norteamericano. En los EE. UU., ARO 24 no pasó las pruebas de seguridad en caso de vuelco realizadas por IIHS y se le prohibió ingresar al mercado. Ese fue el principio del fin para los pequeños fabricantes de automóviles.
En 1991, el departamento de diseño quemó el aceite de medianoche y se le ocurrieron nuevas ideas para desarrollar el vehículo y mejorar su apariencia. Primero, cambiaron los faros con un par de lámparas redondas gemelas. Siguiendo la tendencia internacional, el equipo de diseño trasladó las señales de giro al parachoques delantero grueso. El resto del vehículo todavía tenía superficies planas y bordes en forma de cuña, pero ese estilo no estaba completamente desactualizado.
El interior presentaba mejores materiales. Aparte de la tela normal, la tapicería de cuero estaba disponible en versiones seleccionadas. Algunas versiones estaban disponibles con aire acondicionado y elevalunas eléctricos. El modelo tope de gama, que no llegó a fabricarse, estaba equipado con un motor Ford V6 de 4.0 litros y una caja de cambios automática de 4 velocidades.
Aparte de unos pocos vehículos especiales, fabricados por encargo, el resto de la gama presentaba la opción de dos motores turbodiésel. El sistema 4x4 presentaba una caja de transferencia de rango bajo.