No hay duda al respecto: el C7 Corvette Stingray fue el mejor Corvette de la “vieja escuela” de todos los tiempos.
Fue el último con motor delantero y, además, fue el primero con un interior realmente bonito.
Su silueta era fácil de reconocer. Tenía la misma nariz afilada, un capó largo y un invernadero aerodinámico. En la parte trasera, el voladizo corto realzaba el aspecto deportivo. Además de eso, el techo presentaba una parte removible de fibra de carbono que transformó el automóvil de un cupé a una carrocería targa. Además, el capó también era de fibra de carbono para mejorar la distribución del peso.
En el interior, hubo una gran mejora con respecto al C6, que no fue tan bueno en cuanto a la calidad de los materiales. El tablero cuenta con un grupo de instrumentos mixtos, con diales analógicos y una pantalla TFT que se puede personalizar para mostrar la información que necesita el conductor. En la consola central, estaba la perilla giratoria para el selector de modo de conducción con un botón grande y redondo “ESP-off” en el medio. Otra mejora importante fue el sistema de infoentretenimiento que presentaba una pantalla táctil de 8”. Se mantuvo el head-up display, pero con mejores funciones.
Debajo del capó, el C7 presentaba un nuevo motor de 6.2 litros que ofrecía 455 hp y 610 Nm (450 lb-ft) de torque. Podría combinarse con una transmisión automática de seis velocidades o una manual de 7 velocidades. Se mejoraron los amortiguadores adaptativos con control magnético de conducción y, en el C7, se ofrecieron más configuraciones que en el C6. Fue el último Corvette con motor delantero y tracción trasera.