Rara vez en la historia de los automóviles, un vehículo recibió tanto odio por su apariencia como el Fiat Multipla de 1998.
Su apariencia cuestionable solo fue igualada o superada por el Pontiac Aztek.

Es difícil describir un automóvil construido en torno a un concepto funcional. Mientras los ingenieros quemaron el aceite de medianoche para marcar todas las casillas del libro, parece que el equipo de diseño trazó las líneas con sus loncheras durante la final de la Copa Mundial de Fútbol de 1994 cuando Italia perdió ante Brasil. Pero el automóvil de 4 metros (13,1 pies) de largo podía transportar seis pasajeros adultos y 400 litros (14 pies cúbicos) de equipaje, y esa era su principal ventaja en el mercado.

La parte delantera corta presentaba un diseño escalonado. Un peldaño para el parachoques, otro para el capó, otro para una barra con un par de faroles y un parabrisas empinado formaban la forma del coche. El resto del vehículo era un cubo con bordes redondeados y una caída vertical para el portón trasero. Sus tres juegos de luces, para niebla, principal y estacionaria, se instalaron para terminar con el aspecto inusual del vehículo.

En el interior había espacio para hasta seis personas en asientos individuales. Para acomodarlos, Fiat movió la palanca de cambios del piso a la consola central. Estaba integrado en un panel que combinaba el grupo de instrumentos, el HVAC y el sistema de sonido.

Fiat dejó suficiente espacio para casi cualquier tipo de motor de su almacén debajo del capó, pero optó por ofrecer solo dos: una unidad diésel y otra de gasolina. Ambos estaban acoplados a una caja de cambios manual de 5 velocidades.