Cuando un fabricante de coches deportivos une sus fuerzas con uno de los mejores diseñadores de la historia del automóvil, el resultado tenía que ser bueno.
Pero no fue así.

A mediados de los años 70, Lancia presentó la línea Gamma, una gama premium de vehículos para quienes tenían el dinero para comprarlos. Su herencia y trofeos les permitieron estar allí. Mientras que otros fabricantes de automóviles europeos carecían de experiencia en esa área, Lancia las tenía todas. Además de eso, tenían muy buena conexión con Pininfarina Studio.

Lancia sabía que había espacio para un cupé premium en el mercado. Aparte de Mercedes-Benz y BMW, no había ninguna opción real. El Gamma Coupe presentaba un par de faros rectangulares y una rejilla de malla entre ellos. Las superficies planas y los pilares A inclinados realzaban el aspecto del coche. No se trataba de la aerodinámica; se trataba de la belleza. En la parte trasera, Pininfarina Studio moldeó la tapa del maletero con una parte central rebajada. Al fabricante realmente no le importaba si disminuía el espacio para el equipaje. Era espacio suficiente para dos pasajeros en un viaje de una semana.

El interior presentaba un grupo de instrumentos rectangular con diales redondos en el interior, mientras que el resto del tablero estaba inclinado hacia abajo, por lo que ocupaba el menor espacio posible. Los dos asientos delanteros eran anchos y estaban cubiertos de terciopelo de serie, con opción de cuero.

Debajo del elegante cupé de una sola pieza, había un motor boxer-4. La versión base era una unidad de 2.0 litros, mientras que el modelo superior presentaba un 2.5 litros con sistema de inyección de combustible. Ambas versiones estaban acopladas a una manual de 5 velocidades.