El fabricante japonés anunció que el CX-5 no era solo un SUV compacto normal.
Y por supuesto, eso suena como marketing, sin embargo, no podemos negar que el CX-5 fue uno de los crossover compactos más atractivos del mercado.
Para 2016, la apariencia no cambió mucho, y eso no fue necesariamente algo malo, ya que el diseño de Mazda era popular y apreciado en todo el mundo.
Los cambios en la parte delantera incluyeron faros delanteros LED de dirección dinámica y faros antiniebla LED, mientras que la parte trasera se equipó con luces traseras LED completas de aspecto enojado.
Desde el perfil lateral, el CX-5 recordaba a los crossovers de BMW. Mientras miraba la línea de las ventanas traseras, daba la impresión de que los pasajeros en la parte trasera tendrían un espacio limitado para la cabeza.
Sin embargo, el espacio para la cabeza disponible en la parte trasera era bastante generoso, así como el espacio para las piernas, y eso hizo que el CX-5 fuera una buena opción para viajes más largos con más de 2 personas.
Una pequeña desventaja, debido al vidrio trasero inclinado, el CX-5 ofrecía menos espacio de carga.
Debajo del capó, el CX-5 venía con una opción de dos motores: uno de 4 cilindros y 2.0 litros que desarrollaba 155 hp. Este motor estaba acoplado a una transmisión manual de 6 velocidades, sin caja de cambios automática como opción.
El motor más potente de 4 cilindros y 2.5 litros generaba 184 hp y estaba equipado con una transmisión automática.
En cuanto a la economía, el motor de 2.0 litros ofreció un gran consumo de combustible.