Si se detecta en los muelles, este automóvil generaría grandes interrogantes con respecto a su falta de velas.
El Pullman con aspecto de yate conservó todas sus características hasta 1938, cuando se convirtió en un vehículo obscenamente bien equipado. El automóvil también recibió un chasis tubular, lo que aumentó la seguridad en caso de colisión, mientras que el interior se actualizó para imitar el lujo de la berlina de un hombre de estado. Una característica interesante compartida por todas las limusinas Pullman era el par de ventanas traseras del automóvil, que se podían bajar de forma independiente. La parte trasera estaba equipada con la clásica barra extendida que permitía montar un baúl externo.