En 2009, Mercedes-Benz presentó un nuevo lavado de cara para su modelo de escala superior, la Clase S.
Como es habitual en la marca alemana, también se ofreció en versión AMG, más potente y musculosa.

El mercado de automóviles de lujo requería versiones de alto rendimiento para los modelos más grandes. En la misma categoría que el Audi S8, el BMW M-Performance o el Jaguar XJ-R se encuentra la versión Clase S AMG. Un vehículo que ofrecía tanto el máximo lujo como un alto rendimiento que hará que muchos autos deportivos suden sus cilindros para mantenerse al día con la gran barcaza.

La parte delantera del automóvil era sorprendentemente más agresiva que sus versiones de motor menor. Una gran toma de aire central en el paragolpes se acompañaba en sus laterales de las otras dos, para los frenos. A diferencia de otras versiones AMG, el S63 no contaba con la parrilla específica AMG, sino con la cromada de cinco lamas, que resultaba menos agresiva. Los faldones laterales se mejoraron aerodinámicamente para una apariencia más deportiva y, en los guardabarros delanteros, se instalaron las insignias 6.3 AMG. Los nuevos 53 LED en forma de doble “C” también otorgan a la Clase S un aspecto inconfundible desde atrás, junto con el escape deportivo con dos salidas dobles cromadas. El S63 AMG tenía llantas multirradio de 19 pulgadas pintadas en gris titanio y pulidas a alto brillo y equipadas con neumáticos 255/40 (delantero) y 275/40 (trasero).

El motor y la transmisión se mantuvieron igual que en la versión sin renovación, con una unidad V8 de 6.3 litros acoplada a una transmisión automática SPEEDSHIFT 7G-Tronic.