La placa de identificación de Yaris existe desde hace bastante tiempo, prueba de su éxito en Europa.
Pero esta vez, Toyota decidió ingresar al mercado de B-SUV, confiando en que los fanáticos de la marca estarían emocionados.
Extremadamente versátil, el Yaris Cross ofrecía las características de un SUV combinadas con un bonito diseño, un amigo del barro y el compañero de confianza de la familia.
Hablando de versatilidad, el Yaris Cross fue diseñado para funcionar bien en todas las situaciones diferentes. El maletero se abría si se golpeaba con el pie, y el área de carga estaba equipada con correas de sujeción para evitar que el equipaje se cayera. Una vez que se bajó el piso del maletero, el espacio aumentó considerablemente.
El diseño exterior se basó en la imagen de un diamante, con líneas nítidas y fuertes.
Como dijimos, un poco de barro nunca fue un problema para el nuevo Yaris, ya que tiene una gran distancia al suelo y guardabarros audaces sobre las ruedas de 18 pulgadas.
Ya llegamos a la conclusión de que el coche era versátil y se adaptaba a todas las necesidades, pero Toyota también se centró en las emisiones de CO2. El Yaris disponía de la 4ª generación de tecnología híbrida, con emisiones inferiores a 90 g/km CO2 para la tracción 4x4.
Tanto el motor de gasolina de 3 cilindros y 1,5 litros como la batería de iones de litio de 59 kW proporcionaban un total de 116 CV, lo que lo convertía en un coche ágil y excelente para adelantar.
El nuevo Yaris se basó en TYNGA (Toyota New Global Architecture) y ofreció una posición de conducción más alta, rigidez de la carrocería, un centro de gravedad bajo y un balanceo de la carrocería reducido.
Eficiencia de combustible, estilo SUV, espacioso y práctico, ¿qué más necesitaría alguien más?