Ford presentó el nivel de equipamiento Active para el Fiesta de séptima generación en 2017 y prometió una mejor conducción en caminos con baches y una mayor distancia al suelo para una conducción segura en caminos sin pavimentar.
Si bien no era un verdadero SUV, el Fiesta Active era más un vehículo de estilo de vida capaz de hacer frente mejor a los lugares de estacionamiento reducidos, y su mayor distancia al suelo lo hacía mejor contra las aceras.

Ford no quería invertir demasiado en un crossover de tamaño pequeño. Ya contaba con el modelo Eco Sport, para intentar ampliar su oferta con un modelo inspirado en el Fiesta. Por lo tanto, levantó la suspensión del vehículo de tamaño pequeño, reemplazó los parachoques y dio por terminado el día. Sin embargo, las luces de circulación diurna LED del automóvil que se encontraban dentro de los faros delanteros y los faros antiniebla que protegían la parrilla inferior causaron una buena impresión frente a los clientes. Además, el diseño de la rejilla de malla lucía atractivo para un automóvil de esa clase.

En el interior, la principal diferencia entre el Fiesta Active y el resto de la gama era la tapicería específica con una línea central bordada en los frontales de los asientos. El automóvil presentaba el mismo grupo de instrumentos que el resto de la gama Fiesta, con dos diales analógicos y una TFT entre ellos.

Debajo del capó, Ford instaló una gama de motores de gasolina o turbodiésel combinados con una transmisión manual o automática. El fabricante de automóviles ofreció el Fiesta Active exclusivamente como un vehículo de tracción delantera y con una configuración de cinco puertas.