A mediados de los años 80, Toyota elevó el listón y cambió el juego, notando el deseo de la gente: un automóvil que hiciera más que simplemente llevar a sus ocupantes de A a B.
El nuevo Corolla cobró vida bajo la supervisión del recién ascendido líder de desarrollo Akihiko Saito. Su visión era bastante simple y compleja al mismo tiempo, como le dijo a su equipo: “Creo que el Corolla debe borrar la imagen de los autos familiares del pasado. ¿No sería bueno si la tranquilidad y la comodidad de manejo del Crown y la apariencia atractiva del Mark II se lograran en un vehículo del tamaño del Corolla?”.

Con esta idea en mente, el equipo se enfocó en desarrollar un diseño poderoso sin importar el estilo de la carrocería, mientras que el nuevo Corolla también tenía que ser divertido de conducir.

Estéticamente, el nuevo Corolla era ancho y bajo, con bordes más redondeados en comparación con las generaciones anteriores. Para dar la impresión de un vehículo lujoso, los pilares A y C se juntaron.

Toyota consideró las opiniones de la gente con respecto al diseño de interiores. Así, pidieron a sus clientes que entendieran mejor lo que buscaban: una nota de lujo y mayor comodidad. El Corolla presentaba materiales de terciopelo y tejido de punto grueso. Opcionalmente, los clientes podían elegir un esquema de color interior granate que se veía bastante en los vehículos más lujosos de la época.

Todos los controles permitieron una fácil operación, mientras que Toyota prestó gran atención a la sensación de los interruptores, además de los instrumentos en general bien dispuestos.

Los niveles de NVH fueron considerablemente bajos; por lo tanto, el Corolla se sintió muy refinado.

Todos los estilos de carrocería disponibles se ofrecieron con un sistema de tracción delantera, lo cual era bastante inusual para Toyota, ya que sus generaciones anteriores presentaban principalmente un sistema de tracción trasera.