Para 1993, Cavalier era el producto más popular en la línea de GM y el cuarto vehículo más vendido en los EE. UU., pero ya era un modelo antiguo, por lo que, en 1995, Chevrolet presentó una nueva generación.

Si bien la mayoría de sus clientes de Cavalier eran compañías de alquiler y flotas de automóviles, Chevrolet también intentó vender el pequeño vehículo de cuatro puertas a clientes privados. Por lo tanto, trabajaron duro para desarrollar la generación J-body, que estaba disponible en tres formas: cupé, convertible y sedán.

El diseño era muy diferente al de la tercera generación de Cavalier. Presentaba una parte delantera estrecha con un capó curvo y pilares A inclinados. Sus faros fueron diseñados con líneas curvas terminadas en ángulos agudos a los lados. La línea del techo arqueada y el parabrisas trasero inclinado le dieron al automóvil un aspecto asiático o europeo. Pero eso no fue todo; en la parte trasera, las luces traseras se extendieron por los guardabarros laterales y la tapa del maletero, lo que no era muy común en un Chevrolet.

En el interior, la sensación de flota y coche de alquiler estaba viva y coleando. El interior presentaba plástico barato, una compuerta estilo cepillo de dientes para la palanca de transmisión automática y botones que podrían verse bien en una secadora. Sin embargo, la tapicería no ofrecía un aspecto encantador. En la parte delantera, los asientos bajos y planos no brindaban ningún tipo de refuerzo, y en la parte trasera, el banco plano era, como mucho, adecuado para dos adultos y difícilmente aceptable para tres.

La sorpresa estuvo en el aspecto técnico, donde Chevrolet ofreció un potente motor de 2.2 litros, que fue desarrollado por Opel en Europa y desafinado por GM en los EE. UU. para funcionar con gasolina de 82 octanos. Una manual de cinco velocidades se instaló de serie, mientras que una automática de cuatro velocidades estaba en la lista de opciones.