La tercera generación del Fiesta fue la primera en recibir una versión de 5 puertas, lo que supuso un enorme éxito comercial en el mercado europeo.
Mientras los países comunistas de Europa del Este volvían a ser libres, se abrió un nuevo mercado para los fabricantes de automóviles. Era el momento perfecto para que Ford presentara un vehículo pequeño de cinco puertas, que era más asequible que la mayoría de los otros vehículos alemanes en el mercado. Sus cálculos fueron correctos.

Para el diseño, Ford ya decidió tener faros de forma similar en sus autos, y el Fiesta siguió la regla. Los intermitentes montados en las esquinas imitaban los de sus hermanos mayores, el Escort, el Sierra y el Scorpio grande. Con sus manijas negras en las puertas, el automóvil ofrecía un mejor acceso al interior que la mayoría de los vehículos construidos en los países de Europa del Este.

En el interior, una nueva tendencia de diseño rompió las líneas angulosas del pasado y trajo las líneas nuevas y más suaves de los años 90. Era el amanecer de la era del biodiseño. El velocímetro montado en el centro y el aspecto inspirado en las carreras del tacómetro fueron una buena señal de evolución para el automóvil Ford de segmento pequeño. El Fiesta se ofreció con techo corredizo, radiocasete, aire acondicionado y elevalunas eléctricos en la lista de opciones.

Ford prometió ofrecer motores de bajo consumo de combustible e instaló una selección de tres unidades de gasolina y un diésel. Todos ellos estaban acoplados a una transmisión manual de 5 velocidades.