Era la sexta generación del Porsche Turbo y tenía que ofrecer más que cualquier otro 911, para uso en la calle.
No era un coche de carreras, sino un superdeportivo vestido como un vehículo GT. Y era bueno en ambos.

En febrero de 2006, Porsche presentó el Turbo en el Salón del Automóvil de Ginebra. Parecía más agresivo que sus hermanos Carrera. Las tomas de aire en los guardabarros traseros le dijeron al mundo que el 911 había regresado y prometían ofrecer un rendimiento emocionante en la calle y ser un competidor feroz en una pista para una carrera de fin de semana.

En la parte delantera se diseñó un nuevo paragolpes con LEDs incorporados en las entradas de aire exteriores. La parrilla central era tan ancha como podía, sin interferir con las tomas de aire laterales necesarias para enfriar los frenos. Se instaló un nuevo juego de umbrales y, en los amplios pasos de rueda traseros, la toma de aire dividida causó una buena impresión. En la parte trasera, se instaló un ala dividida extensible. Se elevó a velocidades superiores a 120 kph (75 mph) y se retrajo a velocidades inferiores a 80 kph (50 mph). Agregó hasta 27 kg (60 lbs) de carga aerodinámica a máxima velocidad.

En el interior, el 911 Turbo estaba equipado de serie con tapicería de cuero. Los asientos deportivos tipo cubo eran eléctricos y con memoria para el lado del conductor. Al igual que su predecesor, el Turbo 2006 vino equipado con el sistema PCM (Gestión de Comunicación de Porsche), incluido el sistema de navegación basado en DVD. El sistema de sonido Bose de 13 bocinas se ajustó para una experiencia de alta calidad similar a la de un concierto.

El motor de 3.6 litros fue turboalimentado con una geometría de turbina variable, que fue el primero en el mercado para un motor de gasolina. Eso, junto con un intercooler más grande, permitió una respuesta más rápida del motor. Con sus 480 hp y el sistema de tracción en las cuatro ruedas, el automóvil podía acelerar desde parado sin patinar las ruedas.